Tal parece que es inevitable la recesión global, como ésta viene con inflación y desempleo, la temida estanflación muestra sus fauces. No hay indicador macroeconómico mundial que diga lo contrario. En países como el nuestro, donde la recesión en curso los “técnicos” del MEF y el BCR le llaman “enfriamiento” (menos de 2% de crecimiento 2022), la inflación galopa a su ritmo mientras las cadenas de suministro se convierten en cadenas trasmisoras de los más graves problemas de la economía y política mundial.

Para muestra, los datos recientes de la FAO: El 2020, 131 Mills de latinoamericanos no tuvieron ingresos para costear un dieta saludable básica. Es totalmente previsible que el 2022 haya aumentado esa cifra por los efectos de la inflación desbocada, propia del sistema en crisis, agudizada por los impactos de la guerra en Ucrania. Al 2021, la misma fuente estima que 64 Mills de personas son víctimas de hambruna, sin atenuantes, en LA.

La medicina que la FED riega por el mundo (alza de Tasas de Referencia), es peor que la enfermedad. De nada sirvió, bajo la batuta del BCR, que en el Perú se elevará en más 10 veces dicha tasa en menos de 12 meses. Lo mismo pasa en la UE. Es más, los expertos han afirmado que esa política, retiro compulsivo de efectivo de los mercados, solo abona los factores que alimentan el proceso recesivo.

Los datos y escenarios referidos son, sin duda, resultado de la pugna inter imperialista por la hegemonía global. Ahora, de manera mucho clara que antes, la disputa es entre China y EEUU, secundados por Rusia y la UE, respectivamente, con consecuencias por ahora imprevisibles. Lo cual, no ha detenido la marcha hacia un multilateralismo que no parece tener punto de retorno. La guerra en Ucrania, no nos engañemos, es una de las formas brutales de la disputa referida.

Los acontecimientos descritos ocurren ante la atenta mirada del FMI, centro neurálgico del neoliberalismo más ortodoxo, cuyas políticas se diseñan en función de los intereses dominantes en el planeta. Por eso para unos países, entre los que se encuentra el Perú, se aplica con rigurosidad militar la privatización, desregulación, austeridad, disciplina fiscal, etc., mientras que para otros, los socios de la OTAN, por ejemplo, se aplica la generosidad más absoluta, sin ninguna medida coercitiva ni condición.

Por eso, resulta ridículo que el Perú, con menos del 0.1% de importancia en el PBI global, anuncie con bombos y platillos su apoyo o rechazo a quienes protagonizar la guerra, sabiendo que a lo único que están permitidos es a cumplir sumisamente las indicaciones del imperio al que está alineado el gobierno de turno.

Lima, 07 de julio de 2022