CRISIS ALIMENTARIA
Inflación y amenaza de recesión
Más por la fuerza (de los medios) que por la razón, se ha instalado en el imaginario popular que la crisis alimentaria se debe, casi exclusivamente, a la guerra que protagonizan Rusia y Ucrania. Esa versión interesa a occidente, especialmente a EEUU y no deja ver la realidad.
DRAMA MUNDIAL
Más por la fuerza (de los medios) que por la razón, se ha instalado en el imaginario popular que la crisis alimentaria se debe, casi exclusivamente, a la guerra que protagonizan Rusia y la OTAN/EEUU en territorio ucraniano.
Lo cierto es que el sistema alimentario ya venía siendo golpeado desde mucho antes. Basta recordar que desde 1973 el planeta ha tenido que lidiar con cíclicos períodos de crisis energética que alcanza su mayor dramatismo cuando, iniciada la crisis sanitaria con el COVID 19, sumada a las sanciones de EEUU y aliados contra Rusia, provocaron un violento ajuste del precio internacional del petróleo que, estando en US $ 20/Barril en abril de 2020, escaló hasta US $ 120/barril en junio de 2022.
Antonio Guterres, Secretario General de las NNUU, cuando aún la pandemia era una amenaza y de la guerra no se sabía nada, dijo que se avecinaba “una escasez mundial de alimentos” por tiempo indefinido. Ya con el COVID 19 sembrando pánico global, el programa Mundial de Alimentos (2021) decía que el 2022 sería “un año terrible” al referirse a la baja de la producción de trigo en China, India y el propio EEUU, debido al cambio climático que viene anunciándose hace décadas.
No obstante, es cierto que el factor energético, ha sido el más importante elemento de incidencia directa en los costos de procesos productivos y de comercialización a nivel mundial, teniendo como factor coadyuvante el cambio climático. Los principales países productores de granos como China, India y el propio EEUU, terminaron siendo afectados severamente en sus niveles y calidad de producción de trigo y maíz, así como de aceites vegetales.
Por lo dicho, occidente miente cuando dice que el conflicto en Ucrania es la principal responsable de la escasez de alimentos en el mundo. Que Rusia y Ucrania suministren el 28% del trigo que se comercializa a nivel mundial, así como el 29% de cebada, el 15% de maíz y el 75% de Aceite de Girasol, la pregunta que cae de madura es ¿quién suministra el 68% del trigo, el 71% de la cebada, etc., en el mercado mundial? Obviamente los países que, como China, India y EEUU, son los mayores productores de cereales y oleaginosas que, luego de atender su mercado interno, atienden la demanda de África, Oceanía y parte de Europa.
Decir machaconamente que la guerra en Ucrania, pero sobre todo Rusia, es culpable de la crisis alimentaria es una falacia que favorece la estrategia bélica y económica de EEUU/OTAN en su lucha por la hegemonía mundial. Según estadísticas internacionales, Ucrania solo representa apenas el 1% de la producción mundial de trigo y otros cereales. Es verdad, sin embargo, que Líbano, Túnez, Libia y Egipto dependen de Rusia y Ucrania en casi 60% de granos y aceites que importan. Pero, ellos no son todo el mundo y la gravedad de su crisis se resolverá apenas el gobierno de Ucrania (EEUU/OTAN) cumpla con el desminado de sus aguas marinas y entre en operación el principal puerto de Ucrania, Odessa.
En ese escenario, donde el COVID 19 y la cuestión bélica agudizan la crisis económica y mundial, los precios del trigo, hasta mayo 2022, subieron casi el 60%, con una tendencia que anuncia mayores incrementos, sobre todo teniendo en cuenta que India decidió suspender sus exportaciones por menor producción debido a la ola de calor (50 grados) en ese país. Lo mismo está pasando en China, y con grados de diferencia, en EEUU.
Mientras tanto, según la FAO, 1600 millones de personas en el mundo están en vulnerabilidad alimentaria, o sea en situación de pobreza, 250 Mills de ellos están al borde de la hambruna. De esos totales 15 Mills y 8.5 Mills son peruanos en situación de vulnerabilidad y amenaza de hambre, respectivamente. Es decir, la hambruna es un dato, y la muerte subsiguiente parece inevitable.
TELON DE FONDO, la INFLACIÓN
La inflación en el planeta se ha convertido en una pesadilla. Todo indica que no tiene cuando acabar y su tendencia alcista alcanza máximos históricos. El 9% de inflación en EEUU ya está quedando atrás; el 9% del Perú (14% en alimentos y bebidas no alcohólicas) o el 60% de Argentina, ídem en España, Francia e Inglaterra, la inflación bordea el 9%; etc. En países africanos y algunos de Eurasia, la inflación es galopante con denominaciones de dos dígitos.
Las razones, coinciden los analistas, las encuentran básicamente en la emisión inorgánica de la moneda norteamericana (38% de oferta monetaria adicional equivalente a 6 billones de dólares regados en el mundo durante la pandemia) y la expansión de la demanda luego de la recesión provocada por el COVID 19. Como podemos apreciar, la guerra es reciente y su impacto es relativo. Venga de donde venga, lo único cierto es que la producción y comercio en el mundo se verán afectados y, por cierto, a los más pobres serán las víctimas.
Es bueno subrayar, en ese escenario, que uno de los factores más importantes de la disparada de precios en los alimentos e insumos tiene que ver con el precio del petróleo que impacta directamente en el transporte y la comercialización de alimentos e insumos. De nada sirvió la mayor producción de la OPEP para frenar el alza que ha llegado a US $ 120/barril, promedio mundial. La urea, por su parte, ha subido de 75 a 260 la bolsa. Y, por las previsiones que se disponen, esto seguirá en alza.
Si, como parte de las sanciones, la UE decide dejar de importar petróleo de Rusia hasta en 90% del total, entonces, el precio internacional subirá más y, aunque lo nieguen, la UE lo sentirá con mucha más fuerza, pues no parece fácil dejar de contar con 1 millón de barriles diarios en el mercado occidental y, contra todos los pronósticos de occidente, Rusia no será afectado por las sanciones pues China e India comprarán su petróleo.
Si a ello le sumamos el precio de fertilizantes y energía, también en alza, es fácil deducir que tendremos inflación para un buen tiempo y con tendencias a seguir subiendo, por tanto los alimentos subirán de precio, inexorablemente.
La Inflación es el principal factor de encarecimiento de alimentos e insumos, especialmente precios de la energía, fertilizantes y otros insumos para la agricultura.
DRAMA EN EL PERU: HAMBRE E INFLACIÓN
La Crisis alimentaria según la FAO podría afectar a 15 Mills de peruanos, generando desnutrición crónica y anemia en millones de niños. Contra este riesgo, el gobierno ha anunciado el otorgamiento de un bono alimentario por un total de 1200 millones de soles, distribuidos en 3 meses.
No sabemos aún cómo y con qué criterios se distribuirá estos bonos. Pero, si tenemos en cuenta que en el Perú tenemos 8.5 millones de pobres registrados hasta finales de 2021, cada familia de 4 miembros recibiría un aproximado de S/ 190 mensuales durante 3 meses. Pero si solo se tuviera en cuenta a los casi 1.4 Mills de extremos pobres, cada familia de 4 miembros recibiría casi 1200 soles por mes durante 3 meses.
Cualquiera sea el criterio y universo que adopte el gobierno, estamos frente a soluciones absolutamente transitorias y que no responden a las dimensiones de la crisis alimentaria y el proceso inflacionario que erosiona el poder adquisitivo de la gente. ¿Quiénes recibirán los bonos? ¿Qué ocurrirá luego de los 3 meses? ¿Cuántos peruanos más están ingresando a situación de pobreza y extrema pobreza? Son preguntas que el gobierno debería resolver ante de poner en marcha cualquier medida que, por su forma y contenido, serán acusados de populistas.
Los bonos, obviamente, no resuelve el problema de la producción alimentaria que sigue sujeto al abastecimiento de fertilizantes que el Estado no puede comprar y está cada vez más caro.
El gobierno, por su lado, está mostrando incapacidad para comprar urea de manera oportuna si se tiene en cuenta que la campaña agrícola 2022-2023 comienza en agosto próximo. Acaba de anular la primera convocatoria de la referida compra y van por la segunda para proveedores internacionales de ese producto. Esta vez se está buscando proveedor para 73.5 mil toneladas de urea, menos de la mitad del déficit que tenemos de 180 mil toneladas, lo que afectará a más de 500 mil productores, sobre todos pequeños y de agricultura familiar, precisamente los que producen los alimentos (arroz, papa, maíz, etc.) de la canasta básica familiar.
Si en agosto no tenemos la urea en las cantidades requeridas por la campaña anual, la cosecha será un fracaso y la escasez de alimentos será una realidad. Aún con urea disponible, hipótesis en duda, los alimentos subirán sus precios en más del 35% (FAO), por menor oferta (menos productividad y productos de baja calidad) en la campaña 2022-2023.
Frente a esta dramática situación, los datos que nos entrega MIDAGRI y MIDIS son escalofriantes: el 51% de la población peruana entra en un terreno de inseguridad alimentaria (FAO), siendo Ayacucho, Apurímac, Cusco, Puno y Áncash, los más afectados, donde el 65% de su población ingresa a una situación de inseguridad alimentaria.
Mientras más pobre es la familia, la inflación golpea más brutalmente. Para ese segmento de la población, la inflación no es solo el 9% oficial que nos dicen, sino de 23% en el pan, 53% en el azúcar; 45% en el aceite, 43% en combustibles; entre otros. ¿A quién está beneficiando la exoneración del ISC y el IGV? Pregunta que debe responder el gobierno.
MEDIDAS INMEDIATAS en el PERU.
o Bonos alimentarios hasta cuando haya una clara reactivación de la economía y desaparezca el flagelo de la inflación. Focalizar bonos en segmentos de población más pobre.
o Importación de fertilizantes y distribución gratuita al pequeño productor y producción familiar.
o Crédito masivo y subsidios a la pequeña industria y agricultura asociada a la producción y comercialización de alimentos. No más monocultivos solo para exportación con créditos blandos protegidos por el Estado… Chavimochic, pe.
o Ajustar drásticamente el beneficio de la exoneración del ISC en combustibles y del IGV en alimentos en favor del consumidor y no de los intermediarios.
o Ampliar la subvención para beneficiarios del programa Juntos, Pensión 65 y Contigo.
o Incrementar el subsidio al balón de gas destinado a ollas comunes, comedores populares y hogares pobres.
o Apoyo masivo a ollas comunes y comedores populares. Duplicar presupuesto asignado.
o Ampliar programas sociales tipo Qali Warma que incluya a alumnos de secundaria.
Lima, 28 de junio de 2022