Como hace tiempo no ocurría, en un marco de naciones dispuestas a cooperar, el 30 de octubre, en la ciudad de La Paz, se celebró el VI Gabinete Binacional Perú-Bolivia. Sus presidentes, evidentemente optimistas por la circunstancia histórica que les toca vivir, subrayaron su interés de llevar adelante proyectos y acciones en “beneficio de los pueblos a ambos lados de la frontera”. Este aspecto es, precisamente, al que le prestaremos atención en este artículo.

Esta promesa de los presidentes, para bien o para mal, es tan antigua como la propia confederación peruano-boliviana (1836-1839) cuando las etnias quechuas y aimaras que ocuparon la extensa zona altiplánica alrededor del Lago Titicaca, junto a líderes prominentes de la época, decidieron promover la recuperación de la unidad territorial que habían destruido los procesos independentistas y la formación acelerada de los Estado-nación. 

Desde que se disuelve la Confederación, gracias a las expediciones militares “restauradoras” de Chile que terminan derrotando a Andrés de Santa Cruz, los “pueblos de ambos lados…”, esos quechuas y aymaras, siempre estuvieron presentes en la relación bilateral como punto específico de sus agendas, aunque de manera subordinada frente a sus centralismos respectivos. Por eso vale la pena su reiteración, pero vale mucho más en la perspectiva que le otorgan los gabinetes binacionales y el creciente interés de los ciudadanos involucrados, verdaderos protagonistas de la dinámica fronteriza.

Lo que pueda decirse en pro del desarrollo y la integración de las fronteras, siempre estará referido al mediano y largo plazo. De allí la jeraquía gubernamental, del más alto nivel, que los aborda. Los problemas que se analizan no son sencillos, sino situaciones complejas heredadas de procesos acumulativos a lo largo de los tiempos. No comprenderlo de esa manera, sería una postura demagógica y reveladora de una monumental ignorancia de las connotaciones estructurales que tienen los problemas que se quieren resolver. En esa perspectiva se ubica el “Plan de Acción de La Paz 2021- 2022” suscrito por los presidentes de Bolivia y el Perú.

Este nuevo episodio de la relación bilateral Perú-Bolivia, marcada por el reciente Gabinete Binacional, adquiere particular relevancia sobre todo cuando sus gobiernos parecen beber de las mismas fuentes políticas e ideológicas, hecho que podría facilitar una relación cordial, fraterna y cooperativa.

"No miramos límites entre Perú y Bolivia", dijo el Presidente del Perú, ante la complacencia de su par boliviano, al referirse al espacio regional fronterizo y considerarlo como un escenario de integración que no solo debe ser objeto de discursos, más o menos grandilocuentes, sino territorios donde su población debe “sentir los beneficios” de las políticas públicas diseñadas y propaladas en su nombre desde cada centro nacional.

A diferencia de los Tratados y Acuerdos Comerciales, básicamente referidos al costo/beneficio económico de los operadores del comercio internacional, los acuerdos binacionales referidos a procesos transfronterizos, se diseñan teniendo en cuenta realidades concretas, escenarios donde la integración económica y social, a diferencia de aquellos tratados, cobran materialidad en la vida cotidiana de la población fronterizos, de los ciudadanos que, por esa misma razón, esperan un legítimo reconocimiento a su condición de ciudadanos con doble nacionalidad.

Los 70 acuerdos suscritos por los Presidentes de Bolivia y el Perú, giraron alrededor de 4 ejes temáticos: 1) Medio ambiente y recursos hídricos transfronterizos; 2) Seguridad y Defensa; 3) Desarrollo Económica, Políticas Sociales y Fortalecimiento Institucional; 4) Infraestructura para la integración y el desarrollo.

En este marco, en lo que respecta al ámbito fronterizo, me permito poner énfasis en los siguientes acuerdos y compromisos:

1. Continuar con los procesos conducentes a la interconexión binancional del gasoducto Bolivia-Perú con el gasoducto del sur peruano, área de influencia de la Zona de Integración Fronteriza Perú-Bolivia. Tremendo logro para la masificación del gas natural en el sur del Perú y gran negocio para Bolivia.

2. Promover la comercialización del Gas Licuado de Petróleo (GLP) en el sur del Perú. Logro complementario al anterior, con particular significación si se tiene en cuenta el precio exorbitante al que se comercializa en el Perú.

3. Impulsar y concluir, en el más breve plazo, el estudio de factibilidad del Proyecto Corredor Bioceánico de Integración, para el desarrollo e integración de la región. Esto, en su perspectiva sudamericana, resulta de la más alta importancia para la zona de integración fronteriza peruano-boliviana.

4. Sumar esfuerzos en acciones binacionales que permitan el acceso al servicio de suministro de energía eléctrica, de manera sostenible, a pobladores rurales fronterizos.

5. Promover y dinamizar las actividades de importación y exportación de carga boliviana, utilizando las instalaciones del  Puerto de Ilo en Moquegua, Perú, con lo que se impulsará procesos productivos y cadenas de valor transfronterizos. 

6. Fortalecer cooperación para recuperar equilibrios ambientales y asegurar la diversidad biológica a través de la gestión integral y compartida de los recursos hídricos transfronterizos, especialmente en el Lago Titicaca y su entorno.

7. Concluir el proceso de reingeniería de la Autoridad Binacional Autónoma del Lago Titicaca (ALT) que, luego de 25 años devino en burocrática e ineficiente, requiere nuevo Plan Director Global Binacional y un Programa de Acciones Estratégicas que el III Trimestre-2022 sea firmado por ambos gobiernos.

8. Reiteran su compromiso de consensuar la gestión integrada de los recursos hídricos del río Mauri-Maure en beneficio de los pueblos fronterizos, preservando el equilibrio hídrico y asegurando su aprovechamiento conforme al derecho internacional.

9. Trabajar de manera conjunta en la descontaminación de ríos transfronterizos afectados por la minería ilegal, cautelando los derechos de las poblaciones ribereñas en el marco de una gestión compartida.

10. Trabajar de manera conjunta en la recuperación, valoración y diálogo intercultural entre las ciencias ancestrales y modernas como parte de medidas de prevención frente al cambio climático y gestión de recursos naturales en armonía con los ecosistemas de la zona fronteriza.

11. Destacaron la importancia de los Comités de Frontera Altiplánico y amazónico para el tratamiento de temas de interés para el desarrollo y la integración fronteriza. Este es un acuerdo, aparentemente sin relevancia práctica, que favorece el fortalecimiento institucional transfronterizo.

12. Enfatizaron la importancia del desarrollo de encadenamientos socio-productivos transfronterizos que permiten diversificar y fortalecer los vínculos socio-económicos e institucionales entre poblaciones de las zonas de frontera. En esa lógica acordaron darle fluidez a los procedimientos en materia sanitaria y fitosanitaria.

13. Impulsar y fortalecer acciones estratégicas conjuntas, intercambio de información y coordinación de entidades involucradas para la lucha contra el contrabando y otros ilícitos en el ámbito fronterizo.

14. Promover actividades de turismo comunitario en las zonas de frontera. Para ello se acuerda acelerar las gestiones de un “Acuerdo para facilitar el tránsito de vehículos de uso particular en el Perú y Bolivia”.

Estos acuerdos, tienen un profundo contenido político y estratégico. Su realización no solo depende de los gobernantes, sino de la población involucrada que, haciendo suyo la voluntad expresa de sus presidentes, se organicen y sean parte de su ejecución y, sobre todo, del acompañamiento y supervisión de lo que hagan sus Estados en nombre de ellos. 

Si los compromisos adquiridios en este VI Gabinete Binacional no tiene una adecuada vigilancia ciudadana, corre el riesgo de ser parte de los anaqueles de documentos que, año tras año, van acumulando las Cancillerías de cada país.  Esperemos que eso no ocurra.

Lima, 08 de noviembre de 2021