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LA “BRONCA” ANDRÉS ARÁUZ-YAKU PÉREZ

La derecha al acecho

No es frecuente ver en Latinoamérica que, en un proceso electoral, dos fuerzas de izquierda de un país logren resultados que los pone en una eventual segunda vuelta disputando el poder político. Esto está ocurriendo en Ecuador y, con recuento de votos en curso, Aráuz y Pérez, candidatos que se ubican en el campo de la izquierda, podrían estar en el balotaje del 11 de abril

Nilo Meza M.

Publicado: 2021-02-16

La disputa por la hegemonía en la izquierda ecuatoriana es un hecho que parece indiscutible. Por primera vez, tres partidos ubicados en el campo progresistas y de izquierda acumulan casi el 70% de los votos a nivel nacional. La derecha habría sido derrotada categóricamente con su candidato Guillermo Lasso que solo pudo obtener cerca del 20% de los votos. Estos resultados no variarán sustantivamente con el recuento previsto por la autoridad electoral.

¿Quiénes son los que, en el campo de la izquierda y el progresismo, disputan la hegemonía? El primero, con casi 33% de los votos, es Andrés Aráuz; el segundo, con casi 20%, es Yaku Pérez (Carlos Perez Guatambela) por el movimiento Pachakutik. El tercero podría ser Xavier Herbas, aunque su anclaje político en las canteras de la socialdemocracia, lo aleja de los primeros. Entonces, la diputa por la hegemonía estaría dándose entre los dos primeros que, por lo que se ve en los medios, uno de ellos, Pérez, no quiere ni el más mínimo acercamiento con el otro, Aráuz. Se repite, así, esa vieja historia de la izquierda latinoamericana que, estúpida o deliberadamente, no logra comprender el poder de la unidad si realmente pensaran en el país. El 53% de los votos que suman ambos, les daría una base de gobernabilidad que Ecuador lo valoraría muy positivamente.

Pero esa unidad está más lejos de los que podría estar una eventual y reveladora “alianza electoral” de Pérez y Lasso en contra de Aráuz. ¿Cuáles son las razones por las que se ve casi imposible la unidad de estas dos fuerzas? Veamos de manera resumida.

Aráuz, declarado progresista que no oculta su vinculación con la Revolución Ciudadana de Correa, plantea un modelo económico con enfoque social, apuesta por la industrialización y el progreso tecnológico en un marco de diversificación productiva, donde el Estado tiene un rol fundamental. Asimismo, propone salir del neoliberalismo; no más privatizaciones que vulneren capacidad de gestión pública y la propia soberanía nacional; redistribución de excedentes con políticas tributarias justas; rechazo frontal a la presencia USA y dice que promoverá la integración regional.

Pérez, por su parte, plantea una visión de desarrollo “eco-comunitaria”, centrada en el comunitarismo indígena, la producción popular en un marco de exaltación y protección de la Pachamama. Su principal eje discursivo es el apego radical a la ecología y la defensa cerrada del agua (Yaku); también promete revisar todos los contratos de privatización; no permitirá la minería de ningún tipo; promete generar miles de puestos.

Sus adversarios, de derecha e izquierda, le enrostran su vinculación con ONG norteamericanas que habrían financiado su carrera política, mientras que integrantes prominentes de Pachakutik habrían sido “capacitados” en el Instituto Nacional Demócrata (NDI), organismo USA. Asimismo, se le critica acremente haber apoyado el golpe contra E. Morales en Bolivia, contra Dilma en Brasil, de haber celebrado la caída de Cristina Kitchner y sus reiteradas manifestaciones públicas respaldando a Trump en su “lucha” contra Maduro.

Entre sus partidarios, por otro lado, hay sectores que apoyaron a Moreno casi durante toda su gestión solo a cambio de que “destruya” el correismo. En la consulta de 2018, apoyaron la destrucción del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social que se convirtió en un estorbo al entreguismo y la corrupción que se posicionaba en la gestión de Moreno. Pero también hay sectores en abierta discrepancia con Pérez, como la del líder indígena Leonidas Iza que sostiene la existencia de conexiones cercanas con la derecha de varios sectores que rodean a Pérez.

No es poca cosa. Por eso la bronca aparece como irreconciliable entre Aráuz y Pérez. En esa lógica que profundiza diferencias, sería más fácil que Pérez acepte el apoyo de Lasso que sibilinamente viene ofreciéndole, hecho que le permitiría “frenar al correismo” que traerá la “mala influencia” de Venezuela y Bolivia según Pérez. No se trata, entonces, de una diferencia semántica. Es una diferencia de fondo, de enfoque de desarrollo.

Pueblos originarios de Ecuador

En Ecuador existes 14 nacionalidades y 18 pueblos originarios, según fuentes oficiales. Su población representa, aproximadamente, el 7% del total nacional. No quedan dudas de que fueron brutalmente agredidos y saqueados por las políticas neoliberales hasta llevarlos a niveles de pobreza sin precedentes.

Según estudios recientes, importantes sectores de los pueblos originarios son conscientes de que la consigna de “dejar bajo tierra” los recursos naturales, es un ideal poco realista en estos tiempos. Lo que no quieren es el extractivismo depredador que solo deja miseria y contaminación. A cambio quieren una explotación racional de recursos naturales con respeto a la “madre tierra”.

También demandan la restitución de sus territorios ancestrales y la autodeterminación sobre ellos y sus destinos. Esto supone acabar con el centralismo político y administrativo. Estos elementos, según críticos de Pérez a la interna de pueblos originarios, no están en el programa que se limita a repetir “los bienes de la madre tierra se queden bajo tierra”.

Según esta corriente crítica, dicen que Y. Pérez se estaría convirtiendo en un “Caballo de Troya” dirigido por los conservadores que apoyan a Lasso. Un discurso sin programa concreto, en lugar de ofrecer alternativas, termina confundiendo al electorado en favor de la derecha que, cínicamente, ponen en marcha estrategias comerciales que “reivindican” la cultura indígena con frases subliminales como aquellas de “pachamama fashion” o “neoindigena fashion”.

¿Hacia dónde?

Con el respeto que nos merece la libre autodeterminación de los pueblos, quienes habitamos nuestra Latinoamérica nos preguntamos: ¿Qué le conviene a Ecuador en estos momentos donde la crisis del sistema arrecia y se agudiza con la pandemia? Unir fuerzas, parece ser la respuesta lógica. El progresismo de Aráuz, la plurinacionalidad de Pérez y la socialdemocracia de Herbas, podrían dar una señal de madurez histórica que la región agradecería y lo tomaría como ejemplo. Pero en política, hace tiempo que la lógica y el sentido común han dejado de ser un bien compartido.

Entonces, el escenario de unidad, no aparece por ningún lado. Menudean las acusaciones de fraude desde el movimiento Pachakutik, mientas Lasso proclama a todos los vientos que es suyo el segundo lugar, aunque, con la hipocresía a flor de piel, “apoya la demanda de Pérez” por el recuento. Este apoyo, lo saben los estrategas de derecha, está “curado” y sus intenciones no son nada santas.

Los votos que están en cuestión son los de Guayas, donde la ciudadanía ha sido leal al conservadurismo y no será nada raro que Lasso aumente su ventaja sobre Pérez. Allí la revisión será del 100% de los votos, mientras en otras 16 provincias, incluida Pichincha, será del 50%. Esta situación, para cualquier analista, es una suerte de definición de resultados en "territorio enemigo" para Pérez. En Guayas, por ejemplo, tiene el 8% frente al 42% y 26% de Aráuz y Lasso, respectivamente.

Esta situación, sin duda, la conoce Pérez y nadie entiende por qué la petición de recuento de votos sabiendo que tiene todas las de perder. Es un misterio que más adelante se irá revelando las razones que sostienen tal postura.

Lo que está seguro por ahora es que la representación parlamentaria configura una correlación de fuerzas donde la mayoría izquierdista y progresista dispone de casi 2/3 de sus miembros, hecho que obligará al presidente, sea quien fuera, a negociar y coordinar pues no será posible imposiciones como se venían dando desde el Ejecutivo. Esta vez, a diferencia de parlamentos anteriores, se anula la capacidad de veto y chantaje de la derecha. Salvo virajes que aún están por verse.

Lima, 16 de febrero de 2021


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