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NUEVO ORDEN MUNDIAL

El rol que el Perú podría tener

“La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa” (C. Marx) Tal parece que estamos frente la farsa montada por el sistema capitalista que pretende hacer creer a la humanidad que el COVID 19 es la responsable de la crisis actual. En realidad estamos siendo testigos de la construcción de la "nueva normalidad". La historia, felizmente, en estos tiempos se registra y se difunde con velocidades que antes eran inimaginables, por lo que la ciudadanía mundial tiene mejores condiciones para comprender que la pandemia fue utilizada para precipitar una espiral de desempleo masivo, bancarrotas y desesperanza.

Nilo Meza M.

Publicado: 2020-07-30


ESCENARIO MUNDIAL

A inicios de 1947, 39 intelectuales (renombrados economistas, filósofos, historiadores, políticos, etc. de la época) se reunieron en Mont Pelérin , convocados por el padre del neoliberalismo Friedrich Von Hayek, para reflexionar sobre el nuevo orden mundial que imponía las circunstancias post bélicas. Luego de 10 días de debate, decidieron hacer público una proclama que, entre otros, decía lo siguiente: “Los valores fundamentales de la civilización se encuentran en peligro. Como consecuencia del desarrollo de las actuales tendencias políticas, las condiciones esenciales para la subsistencia de la dignidad humana y de la libertad han desaparecido … estimulados por un debilitamiento de la fe en la propiedad privada y en el mercado competitivo…”. La proclama era una clara expresión de rechazo a cualquier tipo de intervención del Estado y mucho más a las teorías marxistas que irradiaba la URSS y la revolución popular china (1949).

72 años después, luego de una primacía absoluta del neoliberalismo en el planeta, especialmente en estos últimos 30 años, se repite condiciones de un escenario post bélico de la guerra mundial que se viene librando contra el COVID 19. La sociedad del Mont Pelérin, parece recobrar vida y los arquitectos del nuevo orden mundial, todos ellos al amparo del poder y dominio de las más grandes empresas y corporaciones del planeta, se han puesto a trabajar en condiciones de “paz y tranquilidad” que ni las más brutales formas de represión lo hubieran logrado.

El COVID 19 ha desnudado la naturaleza excluyente del crecimiento del sistema capitalista en su forma neoliberal. Sistemas de salud y saneamiento colapsaron ante la propagación exponencial del virus; los sistemas de educación evidenciaron la marginación y precariedad de su infraestructura, el sistema comunicacional ante la necesidad de la educación a distancia simplemente no existía en grandes sectores de la población; los sistemas económicos con masiva presencia de informalidad, obligados a paralizar, liquidaron millones de puestos de trabajo sin precedentes en la historia de la humanidad; entre otros. Esta situación, como ocurrió luego de la segunda guerra mundial, pone sobre el tapete la intervención del Estado no solo como factor de emergencia, sino como gestor de la posibilidad de un desarrollo sostenido incluyente.

Mientras tanto, el multilateralismo prometido en los acuerdos de Bretton Woods creando el BM y el FMI, luego la OMC, se diluyen ante nacionalismos y proteccionismos que la ideología del neoliberalismo había rechazado de plano, fomentando a diestra y siniestra la apertura comercial sin límites. Hoy vemos a EEUU, emblema del neoliberalismo, liderando el proteccionismo que previa su guerra comercial parecía impensable.

Con la crisis del sistema capitalista mundial en curso desde 2008-2009, cuya profundidad mostró el COVID 19, abre un nuevo período en la historia del desarrollo mundial sin la hegemonía indiscutible de EEUU. Hoy tenemos un nuevo orden mundial en plena organización, con protagonistas que se disputan la primacía en diferentes campos de la actividad humana.

Se ha convertido aquello de “nada será igual que antes” en un lugar común. Esto, en realidad, es relativo, pues, de no ocurrir nada extraordinario, el 1% más rico del planeta seguirá siendo el poder fáctico y buscarán fortalecer su posición de dominio, corrupción en medio, aun sabiendo que eso es insostenible en el largo plazo. Los medios de comunicación jugarán el rol que les asigne este poder, usando para ello los más avanzados sistemas de información y comunicación.

Lo dicho podría comprobarse si se tiene en cuenta el discurso de quienes, intentando explicar la crisis solo con la presencia del COVID 19, ocultan sin ningún rubor:

1. El carácter estructural de las crisis recientes del sistema capitalista mundial, reflejada en un crecimiento promedio 2.6% durante la última década, con lo que creció la desigualdad y la pobreza. El COVID 19 solo mostró la tragedia del sistema.

2. La absurda persistencia de negar que el sistema, tal como está organizado, destruye la naturaleza y la vida humana. El calentamiento global está en niveles nunca vistos y la violación de los derechos humanos se ha convertido en una norma fáctica.

3. La absurda negación de que la ciudadanía mundial, pese a la opresión y dominio del poder fáctico, ha tomado conciencia de que el neoliberalismo debe ser cambiado por un modelo mucho más humano, más justo y más equitativo.

Ese escenario de crisis del sistema capitalista mundial, revela también una clara confrontación geopolítica en el campo económico y político, cuando no militar y tecnológica. Sus repercusiones políticas y económicas en el mundo son cada vez mayores y se profundiza con la criminal guerra comercial-tecnológica que libran China y EEUU. En la base de esta guerra subyace el insostenible déficit comercial y financiero que tiene con china. Exportar 130,000 millones de dólares de bienes a China (2018), e importar de dicho país por más de 505,000 millones de dólares, es insostenible para EEUU.

El impacto de esa guerra comercial es abrumador en los países que tienen a sus protagonistas como sus principales socios comerciales, como es el caso del Perú. Alinearse a uno de estos polos en disputa por la hegemonía mundial, no debiera ser nuestra opción, sino mirar el mercado interno como garantía de soberanía económica y política, buscando ser un actor independiente en la geopolítica mundial y generando capacidades para una inserción selectiva en la globalización.

Por fortuna, a diferencia de otros momentos, hoy día sabemos mucho más de los elementos y factores que lo componen, además sabemos cómo sería posible evitar la catástrofe que nos ofrece la lógica del sistema capitalista mundial. Corresponde, entonces, ser parte de movimientos ciudadanos dispuestos a librar una lucha frontal contra el poder fáctico mundial señalando que hay alternativas de organización de la economía pensando en el bienestar general y no de unos pocos que, haciendo el más vil uso de la crisis sanitaria, pretenden mantener sus privilegios.

Como en ninguna etapa de los últimos 100 años, se ha puesto en la agenda mundial el tema de la inminencia de dos alternativas de modelo económico: una que tiene como base teórica los conceptos desarrollados por Keynes, y la otra, el socialismo en sus más diversas manifestaciones. A la CEPAL, frente al riesgo de la alternativa socialista, no solo le parece interesante la opción keynesiana, sino la más conveniente ante las evidencias del cansancio de la gente respecto a la prometida “sociedad libre” y equitativa del neoliberalismo.

ESCENARIO LATINOAMERICANO

La principal característica de las relaciones de AL con el resto del mundo es su asimetría económica y política respecto de los países que se disputan la hegemonía mundial. Latinoamérica constituye un territorio en disputa para la expansión del capitalismo global, incluyendo incursiones militares y golpes “constitucionales”, en cuya lógica la región seguirá siendo proveedora de materias primas y su participación en la economía mundial seguirá siendo un irrelevante 8% del PBI global (CEPAL, 2018), básicamente explicado por Brasil y México.

EEUU es el principal animador de esta onda expansiva que busca recuperar su “patio trasero”. Para ello cuenta con gobiernos ultraderechistas como los de Bolsonaro (Brasil), Macri (Argentina) y Piñera (Chile), además de socios menores en calidad de ejecutores sumisos de las políticas USA como Duque (Colombia) y Moreno (Ecuador), entre otros. Esta emergencia neoconservadora aún no ha doblegado a Venezuela, Nicaragua y Cuba, entre otros, tampoco ha evitado el retorno de regímenes progresistas como en Argentina y el probable retorno del lulismo en Brasil.

Los medios de comunicación monopólicos y oligopólicos, a su vez, se han convertido en verdaderos tribunales de linchamiento mediático de líderes populares, judicialización de la protesta popular y desmontaje de los procesos de integración en LA como los que animan MERCOSUR, UNASUR, ALBA Y ALCA. Pese a ello, los movimientos populares persisten en defender sus derechos, denunciando la progresiva militarización de sus países por parte de tropas USA bajo el pretexto de la “seguridad nacional”.

Ese escenario, sin duda, facilita las acciones geopolíticas de largo alcance de China y Rusia en LA, quienes aprovechan con eficacia las contradicciones entre la vieja periferia norteamericana y la administración USA, para tener una mayor incidencia en la dinámica regional.

Esa situación la obliga a recuperar procesos de integración que han sido debilitados en años recientes, de tal forma que su inserción en el nuevo orden mundial, especialmente en el campo económico y financiero, sea más conveniente y competitiva.

ESCENARIO NACIONAL

El Perú, cuando está en curso la organización del nuevo orden mundial, muy poco podría hacer, limitando su participación a atender, sin posibilidad de establecer condiciones soberanas, intereses de las grandes corporaciones y de las super potencias que las patrocinan.

En esa lógica, la política comercial y la política exterior de sucesivos gobiernos, han privilegiado las relaciones comerciales asimétricas con países y bloques que establecen condiciones draconianas para el Perú y de abierta ventaja para ellos, dando como resultado que previas balanzas comerciales favorables al Perú, se reviertan hasta el punto de convertirse en negativas. En la actualidad se privilegia negociaciones con gobiernos claramente subordinados a EEUU, para debilitar otros bloques como el MERCOSUR, o se convierte en operador activo de estrategias geopolíticas norteamericanas, como es el caso del Grupo de Lima, en sus objetivos de debilitar o liquidar gobiernos que le son incomodos, o de boicotear la vigencia de la Comunidad Andina y de la UNASUR.

Lo dicho se expresa en la suscripción de tratados de libre comercio (TLC) con 21 países, en las que tienen especial significado y relevancia los suscritos con EEUU y China. Además, está por concluir el proceso de formalización interna del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) que, ya con EEUU fuera, compromete a 11 países, excluyendo a China. Asimismo, está en curso la negociación del Acuerdo de Comercio de Servicios (TISA) que excluye Rusia y compromete a 23 países miembros de la OMC y que representan el 70% del comercio de servicios. En ninguno de estos mega acuerdos el Perú tiene juego propio.

La falta de soberanía de la política exterior del Perú, se ha expresado en la subordinación a las políticas climáticas de los países industrializados que promueven la “economía verde” para convertir los últimos bienes comunes del planeta en mercancías, generando nuevos mercados para las grandes corporaciones que controlan los mecanismos del comercio mundial. De la misma manera, no hemos tenido incidencia que se aprecie en relación a la Corte Penal Internacional, al Consejo de Seguridad de NNUU, la Corte Interamericana de DDHH, las bases militares de USA en la región, en los que hemos estado subordinado a la hegemonía de los Estados Unidos y las potencias anglosajonas.

En ese marco, una Política Exterior del Perú, con ribetes de soberanía y autodeterminación, tendría que:

1. Ser parte del altermundismo, procurando que nuestro país sea activo promotor de un clima de paz y seguridad a nivel mundial, hemisférico y regional, rechazando el armamentismo y la globalización neoliberal basada en el beneficio económico y la depredación.

2. Promover la inserción estratégica del Perú en espacios de integración regionales y mundiales, sin perjuicio de asociaciones bilaterales que coadyuven a procesos de integración más amplios, defendiendo los principios y normas del Derecho Internacional.

3. Respaldar plenamente propuestas integrales destinadas a encarar los retos del cambio climático y contribuir a la defensa de la madre tierra. Revisión de los acuerdos energéticos y de infraestructura vial firmados con Brasil.

4. Fortalecimiento de los espacios y propuestas del Foro Social Mundial en el marco del fortalecimiento de la diplomacia de los pueblos frente a bloques de regionalización alineados a intereses transnacionales. En esa línea, contribuir al fortalecimiento de la Comunidad Andina, MERCOSUR, UNASUR y CELAC.

5. Revisión, en el marco de nuestra soberanía y la defensa de los intereses nacionales, de los TLC y los Tratados Bilaterales de Inversión firmados, procurando mejorar la inserción competitiva y posicionamiento de nuestros productos en mercados mundiales.

6. Defender los derechos de los/as compatriotas residentes en el extranjero y establecer políticas adecuadas hacia esa comunidad peruana.

7. Desarrollar iniciativas de políticas articuladas de carácter bi/trilateral en los espacios regionales fronterizos que nos vinculan con los países vecinos.

8. Promover la gestión de CTI orientada a la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la corrupción.

9. Promover la solución de conflictos mediante el dialogo y el respeto a la autodeterminación de los pueblos. Rechazo total al intervencionismo bajo cualquiera de sus formas.

Lima, 29 de julio de 2020


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